jueves, 6 de noviembre de 2008

Inadaptación Social: origen de la delincuencia juvenil.


Concepto. Aunque el término d. (del latín delincuencia) tiene una larga vida, su divulgación pertenece al s. xx por influjo de la voz inglesa delinquency y de la importancia de los estudios realizados en EE. UU. sobre este tema. D. viene a sustituir, en el uso general, y parcialmente en el técnico, a criminalidad (v.), sobre todo desde que la Psicología, la Pedagogía y la Sociología han colocado en primer término las notas de inadaptación, prevención y reeducación frente a las de culpabilidad, lucha y castigo. Variable es también la edad comprendida dentro del calificativo «juvenil», sustituido muchas veces por los de «infantil» y «de menores», a los cuales abarcará el presente artículo. Aunque los límites de edad varían en los distintos países, en la mayoría de éstos se sitúan entre los 14 y los 18 años.


Etiología de la delincuencia juvenil:

Las teorías explicativas de las causas y factores de la delicuencia juvenil, se ven reflejados en una inadapción social ya que, una persona se ve influenciada por:
la existencia de naturalezas criminales congénitas (Lombroso), hasta colocar en primer plano el factor medio ambiente (Busemann). Von Liszt calificó el delito (v.) como resultado conjunto de la naturaleza personal del individuo y de las circunstancias ambientales.

Pero las más influyentes, para esa inadaptación son 3:

Familiares: ausencia de uno o de los dos padres, dominio excesivo de la madre o debilidad del padre, situación económica no aceptada, abandono o trabajo prematuro, deficiencias notorias en las relaciones matrimoniales, castigos corporales, ambiente familiar negativo, mal ejemplo de los padres y, en general, cuanto pueda ocasionar una carencia en la vida afectiva del niño.


Escolares: ausencias injustificadas (causa muy frecuente del origen de delitos o del camino hacia la d.), ambiente moral negativo, métodos educativos o instructivos demoledores, especialmente los que alejan de la vida real y los que imponen una disciplina unilateral, creando personalidades aptas para la desilusión y caracteres dependientes o rebeldes.

Sociales: vecindario, amistades, medios de información social. Estos últimos, especialmente el cine, se han aceptado ciegamente como causas eficacísimas, pero las estadísticas demuestran que la influencia negativa de la pantalla es pequeña en los delitos examinados, aceptándose, por otro lado, un poder catártico en el séptimo arte. El lugar resulta asimismo un factor notable: La criminalidad es mayor en las grandes ciudades que en las pequeñas, y en éstas aún más que en el campo, en el cual predominan los delitos contra la honestidad. Existen las llamadas «zonas delictivas» (delinquency areas), donde se da una criminalidad particularmente grande, localizadas por lo general en barrios que circundan el centro de las ciudades, y cuyo ambiente tara a sus moradores.


Según desde el punto psicológico Psicología y delincuencia. Circunstancias de todo tipo pueden convertirse en factores delictógenos, favorecidas por las especiales características psicológicas de la infancia y la adolescencia : sugestibilidad, excitación emocional. La afectividad es una de las bases principales de la personalidad ; la infancia es crucial a este respecto. La relación madre-niño primeramente, padre-niño después y el enfrentamiento social del yo, orientarán la psique del individuo para el futuro. Las frustraciones afectivas y las fijaciones primeras producirán anomalías psíquicas que se manifestarán por medio de actos irregulares. La carencia de afectividad da lugar a temperamentos inhibidos, depresivos, psicasténicos y fantasiosos. La hipertrofia del yo conduce al prurito de afirmación de sí frente al medio y aun contra él, ya mediante el exhibicionismo moral, ya a través de la oposición. En la adolescencia se producen fácilmente desequilibrios sentimentales que recurren a la agitación como mecanismo de defensa. Entonces y en los albores de la juventud, los extremismos en la autoridad familiar o en otra cualquiera engendran negativismo y complejos de culpabilidad o abierta rebelión. Estos estados se disparan ante excitantes ambientales o, sencillamente, por mecanismo de identificación o de proyección; otras veces, las circunstancias del medio conllevan circunstancias secundarias que crean asociaciones condicionadas. Las consecuencias son agresión, fuga y actuación delictiva en grupo. Conviene especificar que, en términos generales, la d. j. femenina es menos antisocial que autodestructiva, al contrario de lo que sucede con los muchachos.

Soluciones:

Prevención, penalidad, reeducación, además de los métodos más actuales y reeducativos parecen ser la colocación del menor inadaptado en un centro de observación, en una familia adoptiva; la creación de hogares de semilibertad (Montfermeil, Rouen, etc.), bajo la dirección de un matrimonio; la formación de comunidades y repúblicas de jóvenes (Ciudad de los muchachos, Orense; República de niños de Moulin-Vieux, en el Isére). Junto a estos experimentos, algunos ya confirmados por la eficacia, coexisten obras sociales de ámbito nacional, como las españolas Obra de Protección de Menores y Patronato de Protección a la Mujer.

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